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Romper el silencio: Combatir los feminicidios y las violencias de género en Indonesia 

Por Safourata Sidibé, consultora en comunicación multilingüe para Equal Measures 2030

En Indonesia, el feminicidio se ha convertido en una sombría realidad para muchas mujeres, estrechamente vinculado al aumento de las tasas de violencia de género en el país. En mayo de 2024, R.A., una joven de 23 años originaria de Bogor, fue hallada muerta dentro de una maleta en el puente Panjang Jimbaran en Badung, Bali, supuestamente asesinada por su pareja, Amrin Al Rasyif. Del mismo modo, en mayo de 2022, Indah Fitriyani, de 22 años, de Panguragan, en el distrito de Cirebon, fue brutalmente asesinada y su cuerpo escondido en un armario por su pareja, Casnadi. Estos casos, aunque impactantes, son solo una parte de una crisis más amplia en Indonesia. Estos horribles incidentes, pese a su brutalidad, no son tragedias aisladas, sino parte de una creciente crisis sistémica en todo el país. La magnitud de esta violencia se hace aún más evidente al examinar los datos nacionales, que revelan una preocupante tendencia al alza de la violencia de género y los feminicidios. 

Según Ratnawati, de la Comisión Nacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (Komnas Perempuan), en Indonesia se reportaron 95 casos con fuertes indicios de feminicidio en 2020, 237 en 2021 y 307 en 2022. De manera alarmante, entre enero y abril de 2023, se registraron 159 casos, subrayando la urgente necesidad de implementar medidas integrales para prevenir y combatir la violencia de género en el país. 

Las raíces profundas de la violencia de género y el aumento del conservadurismo 

Esta crisis no es exclusiva de Indonesia; forma parte de una tendencia más amplia en la región de Asia-Pacífico: solo en 2017, 20,000 mujeres fueron asesinadas por parejas íntimas o familiares en esta región. La violencia de género prospera en una cultura donde los estigmas sociales y religiosos, las protecciones legales inadecuadas y las normas patriarcales protegen a los perpetradores mientras dificultan que las víctimas denuncien los abusos, haciendo que esta violencia y sus víctimas permanezcan invisibles. 

En Indonesia, este problema es particularmente grave, ya que los valores patriarcales y las normas restrictivas de género dominan las estructuras sociales, limitando la autonomía de las mujeres y exponiéndolas a mayores riesgos de violencia y feminicidio. 

Aunque los movimientos feministas han logrado avances significativos en la promoción de la igualdad de género —reflejados en el “rápido progreso” de Indonesia en el Índice de Género de los ODS 2024—, estos logros han provocado reacciones negativas, exacerbadas por el aumento del conservadurismo y el nacionalismo. 

Relatos religiosos, como la creencia en la “obediencia conyugal” como camino al paraíso, se han utilizado para reforzar la dominación masculina y justificar los abusos. Una tendencia preocupante se refleja en el hecho de que una quinta parte de las mujeres indonesias consideran que la violencia conyugal puede justificarse en circunstancias como “quemar la comida, discutir con el esposo, salir sin avisar, descuidar a los hijos o negarse a tener relaciones sexuales”. 

Mientras la autonomía económica y los cambios en los modelos de trabajo desafían la hegemonía masculina tradicional, organizaciones extremistas han intensificado sus esfuerzos para reclutar a jóvenes, promoviendo ideologías patriarcales e islamistas que niegan la autonomía de las mujeres. Esta resistencia cultural no solo alimenta la violencia de género, sino que también obstaculiza los esfuerzos para abordarla eficazmente. 

Un sistema jurídico fallido para las víctimas 

Este contexto silencia a las víctimas, haciendo extremadamente difícil que las mujeres denuncien los abusos. El estigma, el miedo al juicio social y la falta de confianza en las protecciones legales disuaden a muchas mujeres de buscar ayuda, dejando así la gran mayoría de los casos sin denunciar y a los perpetradores sin rendir cuentas. 

El desafío de garantizar justicia para las mujeres es especialmente grave en la región de Asia-Pacífico, que es la región con peor desempeño en el mundo en cuanto al acceso de las mujeres a la justicia, según el Índice de Género de los ODS 2024. Este es uno de los indicadores más bajos de la región y, alarmantemente, ha retrocedido desde 2015, más que en cualquier otra región. Este retroceso refleja fallos sistémicos para priorizar los derechos de las mujeres, haciéndolas más vulnerables a la violencia y dejando sin las protecciones urgentes que necesitan. 

En 2021, alrededor del 6.6 % de las mujeres de 15 a 64 años en Indonesia reportaron haber sufrido violencia física, sexual o emocional por parte de su pareja o expareja en los 12 meses anteriores, lo que representa más de 6 millones de mujeres enfrentando violencia en un solo año. Sin embargo, preocupantemente, solo se reportaron 7,435 casos a la policía, destacando la gran brecha entre la prevalencia de la violencia y las denuncias. 

Incluso cuando los casos son denunciados, Komnas Perempuan ha señalado un preocupante vínculo entre el tratamiento demorado o negligente de los casos de violencia doméstica y un mayor riesgo de feminicidio indirecto, donde los abusos prolongados conducen al suicidio. Esto refleja cómo los estigmas culturales impregnan el sistema jurídico, haciendo que las mujeres a menudo no sean tomadas en serio, lo que alimenta la desconfianza y desalienta aún más a las víctimas de buscar justicia. 

Se han tomado medidas para llenar las lagunas en los marcos legales con la histórica adopción de la Ley sobre Delitos de Violencia Sexual en 2022. Esta ley reconoce formas de violencia sexual anteriormente ignoradas y amplía los derechos de las víctimas. Fue el resultado de más de una década de activismo liderado por Komnas Perempuan y otros grupos de derechos humanos y mujeres en el país. 

Sin embargo, su trabajo continúa, ya que esta legislación aún no aborda directamente el feminicidio ni reconoce las motivaciones de género en los casos de homicidio, lo que significa que la naturaleza sistémica y de género de estos crímenes a menudo sigue siendo ignorada. Esta laguna no es exclusiva de Indonesia; en el sudeste asiático y el Pacífico, los feminicidios rara vez se tipifican como delitos distintos. Los movimientos globales contra la violencia de género insisten en que reconocer los feminicidios como una infracción única es un paso crucial para garantizar justicia a las víctimas y proteger a las mujeres en riesgo. 

Un enfoque multidimensional para combatir los feminicidios 

Combatir la violencia de género y los feminicidios requiere un enfoque multidimensional que combine cambios legales, sociales y culturales. Más allá de fortalecer los marcos legales y reconocer el feminicidio, los grupos de mujeres en el país, como Komnas Perempuan, abogan por un mejor monitoreo y recolección de datos sobre los casos de feminicidio para comprender plenamente la magnitud del problema, incluyendo la creación de un organismo de vigilancia. El movimiento para acabar con los matrimonios infantiles en el país es un excelente ejemplo de la importancia de una defensa basada en datos para implementar y monitorear cambios. 

También reconocen la necesidad de transformar las percepciones culturales a través de campañas de sensibilización pública y de mejorar el apoyo a las víctimas. Esto incluye capacitación especializada para las fuerzas del orden para garantizar un tratamiento sensible de los casos y servicios de apoyo más completos para las víctimas, como refugios, ayuda financiera y apoyo psicológico. 

Empoderar económicamente a las mujeres y proteger sus derechos en todos los ámbitos son igualmente cruciales para reducir las vulnerabilidades. El “bajo” puntaje de 67.9 sobre 100 de Indonesia en el Índice de Género de los ODS 2024 resalta los numerosos obstáculos estructurales y sociales que enfrentan las mujeres, incluyendo la inseguridad financiera y habitacional, una autonomía personal limitada, así como derechos individuales y libertades insuficientes frente a la discriminación. 

Hacia un futuro de seguridad e igualdad de género 

La crisis de los feminicidios en Indonesia forma parte de un desafío más amplio, tanto en Asia-Pacífico como a nivel global. Como subraya el Índice de Género de los ODS 2024, la violencia de género y la inseguridad son omnipresentes, con solo el 57 % de las mujeres en el mundo sintiéndose seguras al caminar solas por la noche. Abordarlo requiere un cambio global, así como cooperación regional. Los países del sudeste asiático y el Pacífico comparten muchos de los mismos desafíos y pueden beneficiarse de estrategias coordinadas, recursos compartidos y un intercambio de conocimientos para abordar colectivamente este problema. Los movimientos por los derechos de las mujeres en toda la región ya están liderando esta lucha. Es imperativo apoyar sus esfuerzos con financiamiento, fortalecer sus voces y garantizar su inclusión en los espacios políticos y de toma de decisiones. 

En estos 16 días de activismo, queremos destacar la urgencia de actuar, en Indonesia y más allá. El Índice de Género de los ODS 2024 advierte que sin acciones decisivas, la igualdad de género mundial podría seguir siendo inalcanzable hasta el siglo XXII. ¡Debemos actuar ahora! 

Al abordar las causas profundas de las desigualdades de género, empoderar económicamente a las mujeres y fomentar la rendición de cuentas y la justicia, Indonesia y sus vecinos pueden avanzar significativamente hacia un futuro donde las mujeres sean verdaderamente seguras, iguales y libres de violencia. 


Esta serie de blogs, realizada por Equal Measures 2030, tiene como objetivo sensibilizar durante los 16 días de activismo y el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Lea los demás blogs de esta serie:

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