Un plan de acción feminista para lograr la igualdad de género
Lecciones aprendidas del Índice de Género de los ODS de 2022 sobre cómo podemos lograr la Agenda 2030
El índice de Género de los ODS de 2022 da una panorama general del estado del mundo en cuanto a la igualdad de género plasmada en la Agenda 2030. Desafortunadamente, revela que incluso antes de la pandemia, el mundo no iba camino a lograr esta visión; el avance que se había hecho era demasiado lento, frágil y fragmentado.
Desde entonces, la covid-19 ha impactado fuertemente todos los sectores de la vida, sacudió las economías, se cobró vidas y generó barreras para la concreción de derechos básicos como la educación, el bienestar y la seguridad. Es difícil analizar el impacto total, en particular porque las brechas de datos ocultan las experiencias de las personas más vulnerables y afectadas, sin embargo, sabemos del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, “que, como resultado, se han pausado o revertido años, incluso décadas, de avance en el desarrollo”.
Mientras que el índice muestra dónde se está dando el progreso y donde no, también destaca temas transversales que a menudo se dan en países y regiones que están avanzando. En base a esto y a la experiencia de nuestra alianza de igualdad de género que va de lo local a lo global, planteamos seis recomendaciones que, en conjunto, crean un plan de acción para el cambio que puede eliminar los impactos de la covid-19 al mismo tiempo que volvemos a la ruta para concretar la Agenda 2030.
Debemos eliminar o reformar las leyes discriminatorias mientras también aplicamos legislación que garantiza la igualdad de género. Estas leyes deben aplicarse y monitorearse, algo que es posible cuando están respaldadas por voluntad política y van acompañadas de compromisos presupuestarios y de política, campañas públicas y cambios sostenidos de las normas de género.
Se comprobó que los países que hacen buen uso de las leyes que facilitan la inclusión económica de las mujeres, por ejemplo, han tenido mejores resultados en salud, nutrición y educación para las mujeres y sus familias, más empleo resiliente para las mujeres y más mujeres en los parlamentos.
Se necesitan presupuesto con perspectiva de género, impuestos progresivos e inversión fuerte en servicios públicos para financiar la transformación social y lograr la igualdad de género. A medida que los países se recuperan de la covid-19, deben priorizar inversiones en la economía de cuidado por sobre políticas de austeridad que son menos efectivas en la reducción de las deudas públicas. También deben garantizar que el trabajo de cuidado no remunerado sea visible en estadísticas nacionales y que los servicios de cuidado financiados por el Estado sean asequibles y accesibles.
Se debe dar atención a las grandes pérdidas generadas por las exenciones impositivas para los más ricos, el abuso y la evasión fiscal transfronteriza, además del desvío de fondos hacia el gasto militar en lugar de la inversión en infraestructura social.
Los datos del índice revelan que la inversión pública reduce la desigualdad económica y que existe una fuerte necesidad de que los países desagreguen los presupuestos públicos por género, edad, ingresos y región.
La participación de niñas y mujeres en la vida pública no es solo un derecho humano fundamental, sino también esencial para la salud económica y social de los países. Sin embargo, las normas de género sobre liderazgo, además de pobreza, cargas de cuidado y violencia contra las mujeres que son figuras públicas a menudo excluyen a mujeres y niñas de espacios de toma de decisiones.
Un estudio en la India revela que la presencia de mujeres líderes en consejos municipales influye en las aspiraciones de las niñas, las expectativas de los padres y madres sobre las hijas, y la cantidad de tiempo que las niñas pasan en la escuela. La visibilidad de las mujeres en cargos públicos también cambia las percepciones de las personas sobre el liderazgo, un paso más para terminar con las normas de género que impiden que mujeres y niñas avancen.
También es vital abordar las desigualdades y la discriminación estructurales. Podemos hacer esto aliviando la carga de cuidado para permitir que las mujeres ocupen roles de liderazgo, además de invirtiendo en educación y capacitación sobre participación ciudadana, esquemas de mentoreo y programas que mejoren las aspiraciones de las niñas.
Cerrar la brecha de datos de género es vital en el monitoreo del progreso y para influir en las decisiones de los formuladores de políticas. Debemos cerrar las brechas aumentando los datos (en especial los que permitan análisis interseccionales), al mismo tiempo que aumentamos la capacidad del uso de estos.
Esto implica hacer que las organizaciones feministas participen en la producción, interpretación y la narrativa de los datos, de modo tal que tengan acceso a los datos necesarios para exigir rendición de cuentas a los formuladores de políticas y tener un impacto en la toma de decisiones. También se necesitan cambios en las normas para garantizar que quienes elaboran políticas valoren los datos de género y las metas como algo vital y no solo algo deseable.
Los movimientos feministas tienen un rol fundamental en la promoción de la igualdad de género y han sido claves para los avances hasta ahora. Sin embargo, estos movimientos y organizaciones siguen careciendo de fondos y de apoyo.
¿Qué pueden hacer los donantes para apoyarlas? El financiamiento tiene que crecer Y transformarse. Se deben adaptar las prácticas de los donantes para cubrir las necesidad y realidades de estas organizaciones a través de su participación en el diseño de mecanismos de financiamiento. También deben asegurarse de que reciban fondos básicos, directos, flexibles y sostenidos.
¿Qué pueden hacer los gobiernos? Deben apoyar la seguridad de las feministas activistas, proteger sus derechos humanos y su seguridad, al mismo tiempo que eliminan las barreras para la acción colectiva. Las voces, las experiencias y los datos de los movimientos y las organizaciones feministas también deben incluirse y valorarse en los espacios de decisiones y de formulación de políticas.
Las organizaciones de niñas y jóvenes son defensoras poderosas de la justicia social, climática y de género. No obstante, siguen siendo infravaloradas y omitidas en decisiones que las afectan. Para empoderar niñas y mujeres, debemos dar respuesta al matrimonio infantil, como lo vienen haciendo nuestras socias en la India, y también derribar las barreras para la educación, como lo hacen las colegas de FAWE y de la IPBF.
Para asegurarnos de que la igualdad de género sea resiliente y que los derechos de las jóvenes y mujeres no queden relegados, los programas, las políticas y las leyes deben estar diseñadas con y para las niñas y las jóvenes, y tiene que haber mayor financiamiento para sus organizaciones y sus activistas.
El índice de Género de los ODS de 2022 presenta sombrías conclusiones sobre la falta de progreso desde que se establecieron los ODS, pero también revela historias de esperanza, y los pilares fundamentales que pueden trazar un camino, pero llegar al cumplimiento de la Agenda 2030 y también asegurar que la igualdad sea resiliente, sostenible y, en última instancia ¡imparable!
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