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Reconocer la economía del cuidado no remunerado para un futuro con igualdad de género 

Por Ester Pinheiro, encargada de las comunicaciones – español, Equal Measures 2030 en conversación con Lucia Espiñeira – economista y coordinadora en Ecofeminita 

La forma en que se miden las economías ignora una gran parte del trabajo que afecta a todas las personas, el trabajo de los cuidados. Debido a la división sexual del trabajo, lo realizan diariamente las mujeres sin recibir remuneración alguna. Esto es naturalizado por ideales de género de la sociedad patriarcal, como si el cuidar fuera una capacidad biológica de las mujeres, un ‘instinto’.  

Cada día ellas se dedican 16.400 millones de horas al trabajo de cuidados no remunerado, lo que equivale a 2.000 millones de personas que trabajan 8 horas al día sin remuneración, según los datos de la encuesta sobre el uso del tiempo realizada por la OIT en 64 países. Las mujeres trabajan el doble de horas que los hombres en tareas de cuidado no remunerados. En un año, las mujeres dedican 1.118 horas (47 días) a estas tareas, mientras que los hombres dedican sólo 572 horas (23 días).  

Mundialmente, el trabajo no remunerado equivaldría a 10.8 billones de dólares, apenas 4 economías del mundo marcan arriba de este valor. En Latinoamérica y El Caribe, esta contribución representa entre el 15,7% y el 24,2% del PIB regional, y las mujeres son las que contribuyen con el 75% de este valor. En Brasil 11% del PIB viene del trabajo de los cuidados, valiendo más de lo que cualquier industria y dos veces más que la agricultura en el país.  

Lucia Espiñeira, economista y coordinadora de MenstruAcción en la organización Ecofeminita critica la economía mainstream por no mirar la variable de los cuidados, “la base de los sistemas de desigualdad del capitalismo”. “Al hacer políticas feministas estamos atacando los mayores problemas de la sociedad, porque la pobreza está feminizada, porque somos que las que ganan menos, las que tenemos los trabajos más precarios y las que son más responsables de los cuidados. Es sobre ‘poner las vidas en el centro y no los mercados en el centro’, como dice la escritora Amalia Pérez Orozco.” 

Las 5R para una economía más fuerte 

Las 5R: reconocer, reducir, redistribuir, recompensar y representar son la base para valorizar el trabajo de cuidados no remunerados para la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según ella, este trabajo no reconocido afecta negativamente las perspectivas de empleo de las mujeres, mientras que un reparto más equitativo entre hombres y mujeres está asociado con niveles más altos de participación de la mujer en la fuerza laboral y consecuentemente un fortalecimiento de la economía.  

Para reconocer los cuidados en la economía, Espiñeira alerta que es necesario que los gobiernos miren y enfoquen en las personas dependientes de cuidados y que va más allá, reconociendo que todas las personas necesitan de cuidados.  

“Hay que de forma práctica generar políticas públicas para reconocer los trabajos de los cuidados: con inversión en la construcción en guarderías para los pequeños, instituciones para personas mayores y con discapacidad; dar asistencia a los profesionales con capacitaciones en cómo cuidar a grupos distintos de la población; licencias para personas gestantes y adoptantes; crear maneras de incluir a las personas en situación de informalidad en estas políticas”, analiza Espiñeira.  

Los beneficios del reconocimiento de los cuidados 

El impacto positivo de las políticas del reconocimiento del trabajo de los cuidados no remunerados es notable en la vida de las mujeres y en la economía, según la OIT. Lo que nos enseña que el tema de los cuidados no remunerados es una agenda feminista importante todavía a ser tratada. “En Argentina hemos tenido movimientos feministas como ‘Ni Una de Menos’ contra los acosos y abusos, la ‘Marea Verde’ para el aborto legal y desde entonces estamos paradas, creo que la agenda de los cuidados puede ser la próxima lucha”, comenta la economista.  

Para dialogar con la economía mainstream, Espiñeira hace hincapié en la mejora directa en los índices de productividad, o sea las mujeres vuelven a incorporarse en el mercado laboral y tienen posibilidades de ascensión. Además, reconocer los cuidados también disminuye el impacto en la sobrecarga mental y física de las mujeres.  

“¿Al final, donde está el ocio de las mujeres hoy?”, cuestiona Espiñeira. Citando la escritora argentina Eleonor Faur, simbólicamente las mujeres serían “malabaristas’, al intentar conciliar distintas tareas y al olvidar de sí mismas, viviendo vidas precarias que no van más allá de trabajar. 

Como un intento de promover la educación sobre esta desigualdad, en Argentina, se ha desarrollado la calculadora de los cuidados que tiene una lógica parecida con la calculadora de Equal Measures 2030, que estima cuándo se alcanzarán ciertos indicadores de igualdad de género en cada país.  

Esta herramienta de concientización en Argentina estima cuánto valen las tareas domésticas y de cuidado con el objetivo de generar conciencia sobre el esfuerzo necesario, tiempo y dinero para realizarlas. En particular con el objetivo de incorporar a los hombres en las tareas de los cuidados, en esto que está históricamente marcado y naturalizado como ‘roles femeninos’.  

Las dinámicas de poder influyen en la forma en que medimos y organizamos las economías, particularmente cuando se trata del trabajo de cuidados y lo que se considera ‘merecedor’ de remuneración. Para encaminarnos hacia un futuro con igualdad de género, debemos desentrañar estas dinámicas de poder y abordar el importante trabajo no remunerado que apuntala nuestra economía. Hacer esto comienza con reconocer, reducir, redistribuir, recompensar y representar.  


Este artículo hace parte de una serie de publicaciones de blog realizadas por Equal Measures 2030, en colaboración con otras organizaciones feministas, tiene como objetivo crear conciencia sobre el primer Día Internacional del Cuidado y el Apoyo de las Naciones Unidas y arrojar luz sobre la importancia del trabajo de cuidados y la economía del cuidado, y la apremiante necesidad de datos precisos e inclusivos.  

Lea los otros blogs de la serie:

¿Por qué la crisis del cuidado es una agenda feminista?

Por una agenda de datos de género que mida correctamente el cuidado

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