Liderazgo de las mujeres: ¿Qué tienen que ver (o para hacer) los datos al respecto?
Por Martha Flynn, asesora de Políticas e Incidencia de Equal Measures 2030
Esta semana se celebra el Foro Global de Reykjavik, una convocatoria de mujeres y líderes feministas de todo el mundo y todos los sectores que debate sobre lo que pueden hacer juntos para construir un mundo más equitativo. Las personas que asistan al Foro esta semana, y muchos de ustedes que están leyendo, conocerán muy bien el papel que desempeña el predominio y el liderazgo de las mujeres como piedra angular de la igualdad de género. Sin embargo, quizá se discuta un poco menos sobre la importancia de los datos para esta cuestión crucial.
Los datos dejan a la vista dónde estamos progresando con respecto al predominio del liderazgo de las mujeres y nos ayudan a detectar quiénes van a la vanguardia y a determinar qué se requiere para que pueda lograrse un progreso radical. Los datos han mostrado, por ejemplo, cómo la introducción de cuotas electorales en Senegal produjeron un salto en la representación de las mujeres en su Asamblea Nacional de apenas un 23 % en 2010 a un 43 % en 2020.
Los datos también pueden indicarnos dónde nos estamos quedando atrás y dónde debemos aplicar presión para acelerar el cambio. Como ejemplo, el estudio Cambiando la Tendencia de EM2030 de principios de 2020 señaló que 77 millones de niñas y mujeres vivían en países sin siguiera una ministra. También ha mostrado las importantes deficiencias en el predominio y el liderazgo de mujeres en otros espacios importantes: sabemos que las mujeres representanapenas un 24 % de las fuerzas de trabajo contra la covid-19 a nivel mundial y el 8 % de directoras generales en las compañías de Fortune 500, y que las Naciones Unidas nunca han tenido una Secretaria General. Esta falta de predominio no solo expresan la desigualdad de género en sí, sino que desempeña un papel en profundizarla: un creciente número de estudios ha documentado cómo los desequilibrios de género en el sector de IA pueden dar lugar a sesgos en los algoritmos que perjudiquen el acceso de las mujeres a créditos y empleos.
Debido a la inversión insuficiente en datos de género, también hay mucho que desconocemos. Aunque sabemos dónde se está haciendo progreso en los parlamentos, por ejemplo, no contamos con datos ampliamente disponibles sobre si eso está sucediendo en el gobierno local o en juntas que gestionan recursos importantes, como combustible o agua. Lo que es crucial es que, además, rara vez contamos con datos desagregados que nos indiquen si las mujeres, las personas no binarias o los géneros marginados que enfrentan formas transversales de discriminación y opresión están obteniendo espacios en esos ámbitos. A pesar de un estimado de que una de cada cinco mujeres vive con una discapacidad, por ejemplo, no hay datos sobre su participación en los espacios políticos que toman decisiones fundamentales sobre sus vidas.
Sin estos datos, estamos navegando a ciegas. Es aquí donde el trabajo de los movimientos y las organizaciones feministas puede demostrar ser crucial. En Kenia, por ejemplo, el grupo de organizaciones GROOTS Kenya, socio nacional de EM2030, ha trabajado con redes de base de mujeres en el condado del norte de Laikipia para recopilar datos sobre la representación de las mujeres en las juntas de gobernanza de la tierra. Los datos mostraron que las mujeres comprendían apenas un 9 % de la membresía registrada de los “ranchos grupales” de la región. Al usar estos datos, las y los activistas han logrado presionar para que más mujeres fueran elegidas para funciones de liderazgo, lo que les permitió influenciar decisiones importantes que garantizan sus derechos a la tierra, así como los de otras mujeres. Es posible que esto parezca una historia ínfima, pero demuestra el poderoso papel que pueden desempeñar los datos de género para promover el liderazgo de las mujeres.
De manera que, mientras nos introducimos en los eventos del Foro Global de Reykjavik de esta semana, mantengamos los datos como una prioridad en nuestras mentes: ya sabemos sobre el poder del liderazgo de las mujeres y qué datos todavía nos hacen falta, pero aún tenemos que poner esto de relieve en todos los pasillos (y salas de juntas) de poder donde las mujeres en toda su diversidad todavía no tienen un lugar en la mesa de discusiones.