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Invisibles: 52 % de las mujeres sin acceso a Internet

Por Anne Connell

El 29 de octubre es el Día de Internet: el acceso a Internet está sesgado a favor de los hombres.

A nivel global, el 58 % de los hombres tiene acceso a Internet, en comparación con el 48 % de las mujeres. Algunas mujeres y niñas simplemente carecen de Internet en el hogar, en sus escuelas o en sus lugares de trabajo, en parte debido al predominio de las mujeres en la economía informal, el trabajo de asistencia y el trabajo en el hogar. Para muchas, incluso en Europa y América del Norte, el acceso es demasiado costoso o la provisión de servicios está seriamente limitada en áreas rurales o desfavorecidas. Hay factores culturales que también influencian la brecha de género en el uso de nuevas tecnologías: por ejemplo, en Asia y Oriente Medio, las normas de género pueden implicar que los hombres tengan mayor movilidad en público y acceso a cibercafés, o puedan usar Internet en el trabajo, mientras que las mujeres solo tengan acceso dentro del hogar.

El acceso a Internet y su uso son una cuestión intersectorial crítica. No se trata únicamente de tecnología, del dispositivo más nuevo o de la última aplicación. Internet está desempeñando un papel cada vez más central en la sociedad y algunas personas sugieren que la revolución digital puede encerrar la promesa de un acceso “con un avance a saltos” al cambio económico y social en los países africanos, como sucede en Kenia con el lanzamiento de tecnologías de dinero móvil como M-Pesa. Igualmente, es posible que también refuerce —o incluso profundice— desigualdades existentes si no tenemos cuidado.

Aunque el costo de esta diferencia de género es alto, puede resultar invisible en gran medida. La falta de conectividad y de habilidades para la era digital no son cuestiones que las personas defensoras de género habitualmente prioricen, o incluso consideren “cuestiones de igualdad de género”. Una Encuesta a personas defensoras de 2018 que llevó a cabo EM2030  con más de 600 participantes de todo el mundo destacó cuestiones prioritarias como la violencia contra mujeres y niñas, la salud reproductiva y el cuidado de la salud, la educación y el empoderamiento económico de las mujeres. El acceso de las mujeres y las niñas a las tecnologías no surgió como una prioridad.

Esto a pesar de que Internet está cada vez más vinculada a cuestiones “básicas” de igualdad de género. Internet es un medio crucial para que las mujeres y las niñas aprendan, ingresen a los mercados y obtengan ingresos y accedan a información y servicios críticos. Eso es especialmente cierto hoy en el contexto de la pandemia global de la covid-19.

Veamos un ejemplo oportuno: las conexiones entre Internet y la igualdad de género en la educación han quedado al desnudo durante la pandemia. Internet puede mejorar la calidad de la educación al abrir puertas a información y oportunidades de aprendizaje, tanto dentro como fuera del aula. Pero como la pandemia de la covid-19 ha trasladado muchos aspectos de la educación al entorno virtual en países de todo el mundo, la falta de conectividad no es solo un inconveniente: es una crisis. Actualmente no se cuenta con suficientes datos ni siquiera casi completos para comprender plenamente los efectos de la covid-19 en la educación o el bienestar de las niñas, pero las primeras evidencias sugieren que puede haber pérdidas educativas y ampliación de las diferencias entre niñas y niños, estudiantes pudientes y menos pudientes y comunidades rurales y urbanas.

El acceso a Internet y su uso se vinculan también con otras áreas que las personas defensoras de género priorizan.

Internet —así como las habilidades para usar nuevas tecnologías— facilitan conectarse con propietarios de otros negocios, iniciar nuevos negocios, solicitar financiamiento, vender productos a nuevos mercados y encontrar empleos mejor remunerados. Mientras el comercio en línea y el dinero móvil se siguen expandiendo, más de 900 millones de mujeres siguen sin cuentas bancarias y excluidas de la economía digital, en gran parte debido a la falta de acceso a Internet.

El acceso a Internet incluso se vincula con las cuestiones que ocupan los primeros lugares en la lista de prioridades de las personas defensoras: violencia contra mujeres y niñas y salud de las mujeres. La diferencia de género digital puede impedir que las mujeres y las niñas obtengan información sobre la salud (p. ej. sobre salud sexual y reproductiva) o información sobre importantes servicios sociales (p. ej. servicios para víctimas de violencia doméstica). Además, como las estrictas restricciones de confinamiento están generando lo que ONU Mujeres denomina una “pandemia en las sombras” de violencia de género, la tecnología de Internet, incluidos los servicios de mensajería móvil cifrada con base en la web y las aplicaciones que ofrecen información a sobrevivientes, puede también tener la función de salvar vidas.

Estos vínculos entre la conectividad y la igualdad de género refuerzan que el acceso equitativo a Internet para mujeres y niñas es un mapa de ruta para el crecimiento intersectorial. ¿Cómo pueden los gobiernos y el sector privado apoyar mejor al 52 % de mujeres y niñas desaprovechado en todo el mundo que actualmente no está en línea?

Los gobiernos y el sector privado deben participar con organizaciones por los derechos de las mujeres en la creación de políticas sobre tecnología y estrategias de banda ancha nacionales. En primer lugar, tener en cuenta más voces ampliaría la base de partes interesadas con propiedad sobre cuestiones de tecnología y fortalecería el consenso con respecto a principios de tecnología. Las y los participantes del sector privado, en especial las compañías operadoras de redes móviles, que desempeñan un papel central en la habilitación del acceso en países de bajos ingresos, también deben ver el valor real de introducirse en nuevos mercados a través de tecnologías y contenido adecuados para mujeres y niñas.

En el caso de las organizaciones de la sociedad civil, y las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres en particular, se podrían aprovechar los debates sobre políticas respecto de Internet y tecnologías de comunicaciones para establecer conexiones entre las cuestiones y promover la igualdad de género. Las organizaciones de incidencia con respecto a Internet que ya pugnan por un mayor acceso a Internet (por ejemplo, por menores costos de los paquetes de datos, exención de tarifas por el uso de datos o sitios web con contenido educativo con tasa cero) deben asociarse con organizaciones por los derechos de las mujeres para fortalecer la incidencia. Los aportes directos de las personas defensoras de género podrían garantizar que el lanzamiento de nuevas tecnologías tuviera en cuenta las necesidades específicas y los patrones de uso de distintos grupos de población de manera que las tecnologías reflejaran las dificultades reales que enfrentan las mujeres y las niñas en su vida diaria.

Los gobiernos, el sector privado y las personas defensoras de género por igual pueden y deben ser más ambiciosos al pensar en la conectividad a Internet para la inclusión y la oportunidad. Las mujeres y las niñas necesitan acceso a las tecnologías y a las habilidades para usarlas con el fin de no quedar atrás en un mundo cada vez más digital.

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