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¿Cuál es la clave para una recuperación de la economía africana? Aquí algunas alternativas feministas panafricanas

Por Nadia Ahidjo, jefa de Programas y Alianzas en África y Esme Abbott, coordinadora de Comunicaciones 

Para garantizar que la recuperación en África sea justa y sostenible, las mujeres africanas deben estar en el centro de las políticas económicas y de crecimiento. Esto va más allá de la perspectiva y la demanda de participación significativa en decisiones, discusiones e implementación de estas políticas.   

En ciertas cuestiones, sobre todo en torno al liderazgo político de las mujeres, los datos del Índice de Género de los ODS 2022 de EM2030 revelan que países como Sudáfrica, Ruanda, Mozambique y Etiopía tienen mayor representación de mujeres en cargos jerárquicos del gobierno y a nivel ministerial con respecto a países como Dinamarca y Noruega, a menudo aclamados por ser estandartes de la igualdad de género. 

También hubo importantes avances en el continente en términos del uso de banca digital y acceso a Internet  por parte de las mujeres (indicadores clave del ODS9  sobre innovación). Las mujeres en Kenia, Sudáfrica y Zimbabue han sido más propensas a usar la banca digital en el último año en comparación con las de Argentina, Indonesia o México. Este es un paso en la dirección correcta, pero tiene matices a la hora de traducirse en cambios fundamentales en los medios de vida de las mujeres.  

La pobreza sigue siendo otro barrera subyacente en toda África y se ha intensificado con la pandemia, un factor que barrió más de cuatro décadas de progreso global según el informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sin embargo, incluso antes de la pandemia, casi el 70% de las mujeres en África estaban preocupadas por los ingresos de sus hogares y por llegar con ellos a cubrir las necesidades de sus familias, una cifra que ya estaba creciendo entre 2015 y 2020. 

Las medidas de austeridad se han convertido en la primera opción a seguir en tiempos de crisis, pero incluso un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) demuestra que las medidas de austeridad aumentan la pobreza y la desigualdad. Las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector empleos públicos, informales y de cuidado doméstico, los cuales están fuertemente amenazados por dichas medidas. Para muchos países de renta baja, o aquellos que atraviesan una crisis, la austeridad no es una cuestión de elección, sino una exigencia para acceder a préstamos y subvenciones. 

Según una investigación de Oxfam, 76 de 91 créditos del FMI que se negociaron en 81 países desde el inicio de la pandemia han empujado hacia recortes en los servicios públicos, incluso los sistemas de atención de la salud, vitales durante una crisis sanitaria. La posibilidad de evitar medidas de austeridad no solo ayudará a los países africanos a cuestionar al patriarcado, sino también a las prácticas coloniales que han socavado el desarrollo económico. 

Los países del continente africano no podrán recuperarse por completo si estos desafíos no se ubican en el centro de las políticas económicas y los planes de crecimiento. Para hacerlo, debemos aplicar una perspectiva feminista y panafricana1, e interseccional en todas las políticas para asegurarnos que resistan a los valores económicos neoliberales y patriarcales y que reconozcan la complejidad de cuestiones como la identidad, la raza, el género, la clase y la cultura. Sin este entendimiento, sobre cómo se acumulan y combinan las desigualdades, es difícil identificar los problemas o las soluciones, y las políticas fallarán a la hora de lograr el crecimiento sostenible necesario.  

La falta de datos desagregados recogidos a tiempo resulta en políticas que no son ni interseccionales ni inclusivas. No solo no llegarán a quienes más lo necesitan, sino que no tendrán la evidencia necesaria para detectar dónde han fallado. Trece países africanos no están incluidos en el Índice de Género de los ODS 2022 de EM2030 por falta de datos en cuestiones de género.  

 Existen grandes brechas en torno a las tareas de cuidado no remuneradas, el trabajo doméstico y la brecha de género salarial, áreas donde las desigualdades de género son profundas y persisten. Estas brechas hacen que sea más difícil identificar las necesidades de las personas más afectadas y también genera una falta de rendición de cuentas y políticas económicas que no son responsables y que rápidamente se vuelven ineficaces y, lo que es peor, explotadoras. En lugar de recortar presupuestos, el dinero debería invertirse en  servicios e infraestructura públicos. Además, debería gestionarse con perspectiva de género (con la ayuda de los datos sobre género ya recolectados).    

Diversos países africanos lograron fuertes leyes de cuotas de género pero que, sin mecanismos de rendición de cuentas o de implementación, carecen de aplicación en la práctica. No basta con tener bancas de mujeres si los sistemas todavía están dominados por una cultura patriarcal que históricamente ha trabajado por su exclusión —y se ha beneficiado con ella—. 

La organización FEMNET fue clara en sus demandas de políticas gubernamentales que reconozcan la intersección de discriminaciones y en cuestionar los sistemas opresivos como el patriarcado, el capitalismo y el neocolonialismo.  

Cuando adoptamos una perspectiva panafricana y feminista, priorizamos a las mujeres y niñas africanas a la hora de elaborar políticas, y comenzamos a desafiar estos sistemas al cuestionar las dinámicas de poder y los privilegios que imponen. Planteamos cuestiones sobre el control de los activos y los recursos, sobre las normas culturales y sobre el poder.  

Denunciar las ideas neocoloniales que perpetúan la inequidad y poner a las mujeres y niñas africanas en el centro llevará a una recuperación no solo plena, sino equitativa y sostenible, características importantes en un mundo que se espera enfrente otras crisis.  


1. La definición que usamos es la provista por el Foro Africano de Feministas, que coloca a las estructuras y los sistemas de las relaciones sociales patriarcales insertados en otras estructuras opresivas y explotadoras en el centro de nuestro análisis.  

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