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¿Por qué la crisis del cuidado es una agenda feminista?  

Por Ester Pinheiro, encargada de las comunicaciones – español y Gabrielle Leite, Analista de Datos y perspectivas de género en Equal Measures 2030 

En el contexto dejado por el escenario de la pandemia del COVID-19, los servicios de cuidados esenciales se han vuelto más visibles en la sociedad y han hecho hincapié aún más a los roles vitales, aunque no remunerados y no reconocidos, que a menudo desempeñan las mujeres.  

Mundialmente, las mujeres dedican 2,8 horas más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, frecuentemente, pasan una triple jornada de trabajo. Ellas trabajan en sus empleos remunerados, cuidan de los niños y también de la casa y esto tiene impactos sobre su salud física y mental, así como su permanencia en el mercado laboral.  

Cuando las escuelas y centros preescolares cerraron durante la COVID-19, las mujeres asumieron la mayor parte del cuidado de los niños. En 2020, se estima que más de dos millones de madres abandonaron la fuerza laboral y redujeron su participación en la fuerza laboral en 1.8% en relación con 2019, que fue casi el doble de la disminución observada para los hombres.  

Casi el 60% de los países no tomó medidas para compensar este aumento del trabajo no remunerado, incluida la ampliación de las licencias familiares, los servicios de cuidado infantil de emergencia o los servicios de dinero por cuidado para compensar el cierre de escuelas. Siguiendo la trayectoria actual, la brecha entre el tiempo dedicado por mujeres y hombres a cuidados no remunerados se reducirá ligeramente, pero para 2050, las mujeres en todo el mundo seguirán gastando una media de 2,3 horas más al día al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres.  

Una mirada interseccional hacia los cuidados  

Las brechas se acentúan no solamente en relación con el género, sino a categorías como la identidad étnica, de clase y de raza, en tanto las mujeres rurales e indígenas destinan al trabajo de cuidados hasta ocho horas semanales más que mujeres que no forman parte de esta población, como ocurre, por ejemplo, en México.  

En Brasil, entre los 6,3 millones de trabajadoras domésticas, el 84% son negras, el 95% son mujeres y más del 50% de los hogares encabezados por trabajadoras domésticas son pobres. Este dato reflete en la región de Latinoamérica y El Caribe, donde las mujeres de menores ingresos dedican en promedio 46 horas semanales al trabajo no remunerado, frente a las mujeres de mayores ingresos, que dedican en promedio 33 horas semanales. 

Importante hoja de ruta  

Para Milena Páramo, coordinadora regional de CLADEM en América Latina, la crisis del cuidado poco a poco se ha erigido como un asunto principal en la agenda feminista regional y de los Estados de la región, y prueba de ello es el Compromiso de Buenos Aires (2022) adoptado por la XV Conferencia Regional sobre la Mujer.  

“El Compromiso de Buenos Aires reconoce al cuidado como un derecho de las personas a cuidar, ser cuidadas y ejercer el autocuidado y propone a los Estados avanzar en acuerdos en áreas específicas para avanzar hacia una sociedad del cuidado, atendiendo la superación de la división social del trabajo y la promoción de una organización social de los cuidados”, comenta Milena. 

Para las feministas de la región de LATAM, el Compromiso de Buenos Aires es una importante hoja de ruta, “al afianzar el compromiso de partes de avanzar hacia sociedades más justas, equitativas y nos desafía a pensar no solo un nuevo modelo de desarrollo sino una nueva sociedad.” 

También se reconoce cada vez más que el trabajo de cuidados es fundamental para desbloquear el progreso en múltiples objetivos de desarrollo sostenible. Abordar estos desequilibrios de género en relación con la distribución del trabajo de cuidados no solo es relevante para la igualdad de género y el ODS 5, sino que también está vinculado y puede ayudar a abordar: el ODS 1 (poner fin a toda la pobreza); el ODS 3 (vida sana y promoción del bienestar de todos en todas las edades); el ODS 4 (educación inclusiva y de calidad para todos); el ODS 8 (creación de empleo decente para todos y promoción del crecimiento inclusivo) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades). 


Este artículo hace parte de una serie de publicaciones de blog realizadas por Equal Measures 2030, en colaboración con otras organizaciones feministas, tiene como objetivo crear conciencia sobre el primer Día Internacional del Cuidado y el Apoyo de las Naciones Unidas y arrojar luz sobre la importancia del trabajo de cuidados y la economía del cuidado, y la apremiante necesidad de datos precisos e inclusivos.   

Lee otros artículos de esta serie:

Reconocer la economía del cuidado no remunerado para un futuro con igualdad de género 

Por una agenda de datos de género que mida correctamente el cuidado

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